LA ENFERMEDAD CELÍACA EN LA INFANCIA
La llegada del diagnóstico de celiaquía de un hij@, puede suponer un fuerte impacto emocional al producirse un sentimiento de pérdida por la no recuperación de un sueño que creemos perdido. La reacción de los padres ante dicho diagnóstico es diversa, ya que va a depender de la variabilidad de las historias personales y familiares de cada uno..
Como en todo proceso de duelo, la elaboración de pérdidas supone pasar por una serie de fases que van a contribuir a nuestra adaptación y van a suponer aprendizaje y crecimiento. Los adultos que vamos a acompañar a nuestro hij@ celíaco en el camino de la vida, tendremos que elaborar esa pérdida, siendo probable que experimentemos diferentes emociones. Detectarlas, reconocerlas, afrontarlas y darnos permiso para transitarlas, sin sentirnos culpables por ello, va a hacer posible acompañar a nuestro hij@. Validar sus emociones desde la empatía y la confianza son herramientas esenciales que van a posibilitar que crezca con seguridad y realice la dieta exenta de gluten adecuadamente.
Lo importante es que esta nueva condición no modifique en exceso nuestra vida convirtiéndose en el eje central. La incorporación de nuevos hábitos y rutinas, vinculados a una forma diferente de alimentación sin gluten, va a suponer todo un proceso de adaptación a los cambios, hacerlo de forma progresiva sin una excesiva autoexigencia, va a permitir avanzar en calma y lograr el objetivo final que es la aceptación del diagnóstico de nuestro hij@.
Sea cual sea nuestro estilo de afrontamiento, existen una serie de recursos que nos pueden ayudar; algunos de ellos son:
- Afrontar las dificultades.
- Procurar pensar en positivo.
- Permitirnos fallar.
- Buscar estrategias de regulación emocional.
- Intentar no dramatizar.
- Confiar en nuestros propios recursos y los de nuestro hij@.
- Emplear el sentido del humor.
- Vivir con alegría.
A fin de cuentas, un niño celíaco es un niño como cualquier otro, con la peculiaridad de que va a tener que realizar una dieta exenta de gluten, por tanto, las pautas que vamos a emplear van a ser las mismas que para cualquier otro niño. Enseñarle a tolerar la frustración, hacer que se sienta escuchado, acompañarle a ordenar sus pensamientos y emociones, favorecer un sentido de competencia entre otros, le van a permitir crecer con un adecuado autoconcepto de sí mismo, clave para su desarrollo personal.
Por otro lado, convendrá evitar que la alimentación no se convierta en el foco de atención a partir del cual se expliquen dificultades propias de la etapa evolutiva del niño o de alguna dificultad en particular.
Las mayores dificultades las podemos encontrar en el entorno. El desconocimiento de lo que supone la celiaquía, la dificultad para acompañar en la tristeza y la falta de recursos, pueden provocar que padres e hijos se sientan incomprendidos y poco acompañados. Proporcionar una información clara sobre las necesidades de nuestro hij@ o propiciar entornos donde la atención a la diversidad sea una realidad, van a ayudar en el proceso de adaptación.
Al final se trata de realizar un apasionante viaje de crecimiento compartido, sorteando dificultades de diversa índole para poder lograr el objetivo final que no es otro que tener una vida plena, disfrutando juntos y desde la alegría del increíble regalo que es la vida, valorando cada momento y lo que realmente es importante.