Diversas investigaciones han demostrado los enormes beneficios que aporta practicar la gratitud en nuestra vida cotidiana.
Por muy compleja que pueda ser nuestra vida, todos tenemos motivos para ser agradecidos.
Expresar aprecio y valoración incrementa emociones positivas, genera un mejor autoconcepto, reduce los niveles de ansiedad y aumenta los niveles de satisfacción, felicidad, así como provoca un estado de bienestar.
También provoca cambios a nivel fisiológico: disminuye los niveles de estrés y fortalece el sistema inmunológico; favorece el flujo sanguíneo, armoniza el ritmo cardiaco y la respiración se vuelve más profunda, por lo que aumenta la cantidad de oxígeno en los tejidos, disminuye los niveles de dolor físico y mejora la calidad del sueño.
Las personas agradecidas son capaces de ver lo positivo incluso en los momentos de sufrimiento, de esta forma se convierte en un valor, una actitud ante la vida, un hábito donde el foco está puesto en lo que se posee y no en aquello de lo que se carece.
La buena noticia es que la gratitud se puede ejercitar, con voluntad, constancia y práctica diaria podemos conseguir que se incorpore a nuestra vida como un hábito más.
¿De qué te sientes en este momento agradecido? Anótalo e incorpora cada día un nuevo motivo a tu lista, te sorprenderá ver, en poco tiempo, lo afortunado que eres, a pesar de los contratiempos que la vida te tenga reservados, y todos aquellos motivos que tienes para sentirte inmerso en una vida plena y feliz.